Medellin... que chimba parce!!!!

Hace algunos días, el diario argentino Clarín publicó una nota sobre los “narcotours”. Se trata de recorridos guiados por Medellín, donde se puede visitar varios de los lugares ligados con la vida de Pablo Escobar, el jefe del cartel de drogas que era conocido por el nombre de la ciudad. Un fragmento de la nota:

En un inglés mezclado con paisa (acento local), un entusiasta guía de la compañía de turismo “Medellín Experience” da inicio al recorrido de nueve horas por las entrañas de los lugares que marcaron la vida del gran capo, considerado en su momento por la revista Forbes como uno de los diez hombres más ricos del planeta. El recorrido cuesta 139 dólares por persona e incluye transporte desde el hotel, servicio de guía, refrigerio, almuerzo y tarjeta de asistencia médica

El tour completo toma nueve horas, y de acuerdo al cronista, es hecho casi exclusivamente por extranjeros, lo cual no sorprende si chequeamos el precio en dólares.

El “narcotour” forma parte de una tendencia largamente consolidada en el mercado de viajes: la “turistificación” de hechos políticos, policiales o bélicos, que son formalizados en términos de recorrido y de ciertos lugares investidos de un valor simbólico muy importante. En la línea de los tours a las favelas en Río de Janeiro, a las villas en Buenos Aires o los campos de la muerte en Camboya, no puede dejar de verse en este tipo de emprendimientos la manera en la cual la “experiencia” hoy es uno de los valores más preciados del turismo y de nuestra vida cotidiana. Desde ya, sería una tarea interesante analizar cómo se construyen esas experiencias, y desde donde podemos analizarlas. Hay puntas interesantes en conceptos como el de “reflexividad estética”, que plantean Scott Lash y John Urry en su libro Economías de Signos y Espacios, puede ser una buena entrada a un análisis que vaya más allá de lo meramente casuístico. espectáculo”. Dicen Lash y Urry:

Para el posturista, el mundo es, literal y metafóricamente, un escenario (…) El posturista sabe que es un turista, y que el turismo no es más que una serie de juegos de textos múltiples y no una experiencia singular auténtica.

El tema, claro, da para mucho en el análisis, en tanto pone en juego ciertos términos que aparecen como obvios, pero que son bastante imprecisos -como “realidad”, “espectáculo”, “autenticidad”, y podemos seguir un largo rato.

De paso: ¿alguien ha visto o leído algo más de información sobre el tema de los “narcotours” de Colombia?

La nota del diario argentino Clarín la pueden leer en este enlace.

La imagen de Medellín que abre esta entrada fue tomada por jduquetr, y publicada en Flickr bajo licencia Creative Commons Attribution.

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