Vida cotidiana, viaje y cibercartografías

lo real y lo virtual

Primero, la cita:

“Uno de los aspectos más sorprendentes de la cultura digital es su continuidad casi ininterrumpida (…) (que) impregna, e incluso define, una nueva vida cotidiana, marcada por nuevos principios activos, que gestionan nuestra presencia, nuestras comunicaciones, nuestra manera de percibir y de representarnos a nosotros mismos como a los demás. Por ejemplo, el entorno digital cartografía una nueva geografía (cibercartografía) pero también otra, a la que convierte en espacio de una nueva vida”.

El planteo de Milah Doueihi también se puede plantear desde puntos de vistas más clásicos: la ruptura de los espacios estancos de la modernidad hace tiempo que nos trae cambios en nuestra vida de todos los días. Si queremos limitarnos al espacio del que se ocupa este blog, llevamos décadas enfrentando cambios sustanciales en la relación entre vida cotidiana y viaje. Alguna vez, quien viajaba no trabajaba, ni mantenía contacto regular con casa, ni estaba produciendo continuamente materiales sobre su viaje que podían ser contemplados por sus contactos en las redes sociales. La disponibilidad creciente de formas de acceso a Internet, de publicación, de contacto, han cambiado muchas de las formas en las que viajamos.

Pero si salimos del terreno inmediato del viaje, vamos a ver que muchas de las nuevas formas de publicación en Internet, que hacen mucho énfasis en la geolocalización y los mapas, nos traen nuevas cartografías de las ciudades que conocemos. Los mapas pueden recorrerlas a partir de ciertas claves: la ciudad del turismo, de la inseguridad, de la diversión, de la cultura, y podemos seguir un largo rato. Hay una cartografía urbana nueva, que representa el espacio en relación con las lógicas colaborativas de Internet.

Y mientras viaje y vida cotidiana disuelven sus oposiciones radicales, el acceso a la ciudad real que tenemos frente a nuestros ojos cada vez está más mediada por esa cibercartografía. Desde la que aparece en las redes de información como Twitter hasta los proyectos más complejos de ¨realidad aumentada¨o cuestiones similares. Dicho rápido: cada vez tienen menos sentido pensar la ciudad real y la cibercartografiada como dos espacios distintos. Más bien, hay que analizarlos en relación. Claro, no es una idea que deje muy tranquilos a los que insisten en contraponer “real” y “virtual”. Ambos espacios deben ser pensados en relación, de la misma manera en que hoy ya vamos al viaje y al mundo del trabajo: como espacios diferentes pero cada vez más relacionados.

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